Las cenizas provenientes de los volcanes tienen un alto contenido de silicatos, componentes que se funden de 600 a 800 grados Celsius mientras que la temperatura de operación de las turbinas de los aviones está por encima de los 1000 grados Celsius.
Cuando la ceniza entra a las turbinas, el silicatos se funde y mientras va pasando para ser expulsados se enfrían rápidamente adheriéndose en la cámara de la turbina reduciendo el flujo de gases de alta presión de escape, este comportamiento puede provocar que la turbina se detenga totalmente.
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